lunes, 18 de julio de 2011

"But I don't want to go among mad people"

El jueves comienza nuevamente el ComicCon. La meca del mundo ñoño occidental. Y así como Alicia pretendió no volverse loca al descender por la madriguera del conejo, nosotros los ñoños, pretendemos no anticiparnos en exitación a uno de los eventos más interesantes del año.

Nos emocionamos de pensar en los paneles en los que hablarán los escritores, dibujantes, cineastas, actores, productores de películas, desarrolladores de videojuegos, e incluso maestros de efectos especiales que admiramos.

Nos regodeamos de pensar en los millones de stands que no sólo buscan vender alguna mercancía, sino también compartir con todo el pópulo las novedades y los grandes logros y avances del merchandaising y las figuras de acción. También nos visualizamos algarávicos entre los centros de exposición de maquetas, disfrazes, estatuas, estatuillas y pinturas realizadas por algo más que fanáticos, por verdaderos maestros de un arte que nos cautivan con el sólo vagar de nuestra mirada.

Una lágrima intenta escaparse al encontrarnos con esos momentos emocionantes que guardamos en lo profundo de nuestra memoria, como cuando Brian Singer anunciaba el regreso de Superman a las pantallas, a través del mítico tema que convertiría a Christopher Reeves en uno de los hombres más respetados por el pópulo ñoño.

Sonreímos al recordar las competencias de cosplay, tanto temático como libre, que se dan en el marco de la conferencia. Nos acordamos con justicia de aquellos que se merecieron ser ganadores y por sobre todo, rememoramos el nivel de detalle de sus disfraces.

Pero mucho más que todo eso, Comic Con significa encontrar un espacio físico para nuestra orbe. Un lugar de concentración mundial de ñoños, nerds, fanáticos y productores... de todos los que cruzamos, para bien y para mal, los continentes de este planeta ñoño. Es un lugar de encuentro, de ausencia total de juicio, en dónde está perfecto ir vestido como tu superhéroe preferido, pero también es bien recibido ir vestido normalmente. Donde una persona que se emociona con una imagen o con una estatuilla no es recibido con ironía o comentarios socarrones, sino que por el contrario otros lo acompañan.

Es un espacio que muchos intentaron atacar y quebrantar, y que sin embargo, no ha hecho sino fortalecerse. Un lugar que cuida de los suyos, que los protege y los arropa, que los conoce y los quiere. San Diego se prepara anualmente para recibir a los ñoños, y lo hace con los brazos abiertos. La ciudad sabe que durante el mes de julio no será para nada extraño que un Orco entre a McDonalds, o que un hotel esté habitado por 50 mujeres maravillas.

Sin embargo, siempre existen esos manifestantes tan frecuentes, que en nombre de un supuesto mensaje de amor expresan odio; que en nombre de la normalidad, agreden al distinto; que en nombre de la justicia, se vuelven injustos...

El año pasado la comunidad ñoño tuvo la mejor de las respuestas... consistió en una respuesta común del pópulo a cada uno de estos agresores: organizada, sistemática, no agresiva, pero por sobre todo... una respuesta ñoña.

Espero que llegue el día que no tengamos que defendernos... espero con ansias el día que me toque verlo... espero (y envidio) el día que todos los ñoños lleguemos a nuestra Meca... bien sabemos que debemos pasar por allí... al menos una vez en la vida.

Hasta que nos encontremos allí!

Salúdolos,


Q2

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